4.3.07

Oda a Espanya


(Enviat per Eduard Guiu)

Amics,

curiós paral·lelisme entre aquest articlet d'opinió de l'antiga Vanguardia EspaÑola i l'Oda a Espanya de Maragall.

Em pregunto si estem davant d'una nova renaixença, un nou...centisme del XXI o qué dimonis. En qualsevol cas, no penso que la LV faci por a gaire gent. EMPERO, per arrivar a Ítaca sempre cal un primer pas (o es tractava d'un bals on més d'un acabarem marejats?). En definitiva, al Sr Godó sembla que li ha donat per llegir a l'Avi (no pas a en Macià, sinó al d'en Maragall). Bé, no guardo pas cap esperança que l'antiga Vanguardia EspaÑola es normalitzi, per a això ja té a l'Avui, empero, ho sento com un primer pas (o era una estacada al poder omnímode socialista del qual més d'un acabarem atonyinats?). En definitiva, curiós i reivindicatiu article.





Escuche, Presidente

Viene de la primera página / José Luis Rodríguez Zapatero viene a Barcelona en un momento delicado, aunque los sensores registren menos ruido político que hace unos meses. La procesión esta vez es más silenciosa. Hay enfado y ese enfado comienza a abarcar un amplio arco social.

Hay enfado con la política convencional - las magulladuras provocadas por el laberíntico debate del Estatut y la agónica crisis del anterior gobierno de la Generalitat aún son visibles-; hay enfado por las maniobras que se observan en el desfiladero del Tribunal Constitucional con el Estatut en el punto de mira; hay enfado - y mucho- por el mal funcionamiento de un servicio público básico como son los trenes de cercanías; y hay enfado ante la posibilidad de que los intereses del actual grupo dirigente de la compañía Iberia condenen el aeropuerto de El Prat, en fase de ampliación, a un papel secundario. Hay enfado y subsiste una sensación de maltrato. De un injusto maltrato, pese a los errores cometidos por la política catalana en los últimos años - no sólo en la última legislatura-, que no deben ser soslayados.

Escuche, Presidente. Catalunya no sólo es esa orgullosa nación a la que hace referencia el Estatut d´Autonomia aprobado por la Cortes españolas con el apoyo de su Gobierno y de su partido. Catalunya es uno de los tres grandes motores de la economía española. Catalunya contiene uno de los tres grandes sistemas metropolitanos de la península Ibérica (junto con Madrid y Lisboa). Pues bien, en esta Catalunya básica sistema para el óptimo funcionamiento del España, los trenes no funcionan. La gente llega tarde al trabajo y regresa mal a sus casas, sin que la compañía Renfe sepa ofrecer a los usuarios un trato decente. Sin que la ministra del ramo, la señora Magdalena Álvarez, haya tenido hasta la fecha la sensibilidad de pedir disculpas públicas por el fiasco. Ya el pasado mes de julio, la ministra de Fomento tuvo que dar explicaciones de urgencia sobre un inaudito motín laboral en las pistas de aterrizaje del aeropuerto de El Prat, que en países de nuestro entorno hubiese comportado una inmediata alerta del ejército. La señora ministra de Fomento, forjada en los tranquilos meandros de la política andaluza, persona de firme carácter y talante voluntarioso, parece tenerle miedo a los aspectos más problemáticos de la realidad catalana. Prueba de ello es que, en fecha muy reciente, la vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega ha debido cargar sobre sus hombros la petición de disculpas a los usuarios; gesto que le honra.

La culpa del desbarajuste seguramente no corresponde en exclusiva al actual Gobierno. Los retrasos en las infraestructuras siempre pasan factura al cabo de un tiempo. Pero al Gobierno, como dicen los castizos, se llega llorado. La "herencia recibida" no puede ser un cómodo parapeto.

Escuche, Presidente. Barcelona, que en 1992 contribuyó de una manera muy importante a fijar en el mundo la imagen de una España moderna, dinámica y ambiciosa, no quiere especializarse como la Disneylandia de todos los adolescentes europeos con ganas de juerga. Bienvenidos sean los turistas, atraídos por el aura persistente del 92; bienvenidos los estudiantes Erasmus; bienvenidos los vuelos de bajo coste, pero Barcelona, antaño indiscutible capital industrial de España, no quiere ser una Niza alocada en la Europa posmoderna.


La España en red, ¿cuándo?

Evidentemente, el futuro de Barcelona, y, por consiguiente, el de Catalunya, reside en el esfuerzo y el talento de sus gentes. Barcelona y Catalunya serán lo que, en el fondo, deseen ser. Pero deben tener los instrumentos adecuados para ello. Deben tener la libertad de ser. Por ello, Barcelona no puede plegarse resignadamente a según qué designios aeroportuarios. En la actual Europa comunitaria, sólo en Rumanía y España los aeropuertos son gestionados por organismos estatales centralizados.

Los intereses de la compañía Iberia, antiguo monopolio público, al cual el Estado ha ofrecido el usufructo de la gigantesca terminal T4 en Madrid, son legítimos, pero no constituyen un dogma de fe. No vamos a descubrir el Mediterráneo: las compañías privatizadas han heredado de los antiguos monopolios estatales una gran capacidad de lobby en Madrid. Su influencia en los pasillos del poder sigue siendo muy alta.

Escuche, Presidente. Al llegar al Gobierno, usted prometió revisar a fondo la España radial, impulsada con ardor por el anterior Ejecutivo, que nos conducía de manera irreversible a un país deforme: un centro gigantesco y unas periferias debilitadas, subalternas y provincializadas. No negaremos que usted ha dado pasos en la dirección prometida, pero quizás esté llegando la hora de la verdad. Así lo están entendiendo importantes sectores de la sociedad civil catalana que en las próximas semanas harán oír su voz, en una iniciativa muy valiosa para el buen funcionamiento de esa democracia deliberativa que tanto seduce a sus estrategas en la Moncloa.

Los catalanes siempre piden, quizá opine alguno. Los catalanes quieren ser tenidos en cuenta y respetados por lo que han sido, por lo que son y por lo que aportan, que no es poco. Los catalanes han cometido errores, evidentemente. La política catalana ha pecado estos últimos años de un exceso de frivolidad, jaleada insensatamente por algunos intelectuales. Catalunya debiera haber comprendido la gran importancia estratégica del factor metropolitano de Barcelona, antes de embarcarse en batallas internas que hoy se revelan estériles. Algunas discusiones del pasado causan hoy sonrojo: hace quince años en Barcelona se discutía acaloradamente sobre si se debían construir ¡ocho o doce hoteles! La autocrítica es sana, sobre todo porque constituye un ejercicio hoy bastante infrecuente en España, pero no erremos el diagnóstico. El problema no es Catalunya. La cuestión es otra: es la viabilidad de una España que sepa ser fuerte desde la complejidad.

Escuche, Presidente, el malestar que late en muchos pliegues de la sociedad catalana. Un malestar que no se puede resolver con zalamerías, astucias y silencios cautamente administrados. Escuche, por favor; de la misma manera que la sociedad catalana le ha escuchado a usted estos últimos años, en momentos complicados e incluso dramáticos.

LV - 01-03-2007 p22.





Emperò al final de l'Oda a Espanya, hi va haver una mascletà que va durar 40 anys (i no, Espanya no escolta, Sr Godó; no faci el fatxenda que encara li vindrà un nou Galinsoga a dirigir la tasca).

Només comparable al precedent festival que va succeir al Tractat d'Utrecht, i on varem fer, de nou, d'ase del cops. (perdoneu l'us de la primera persona del plural, quan possiblement, els meus gens fossin de l'altra bàndol, en definitiva, "sic transit gloria" i "a cagar, a la via!" -...aprofitant que continuen fomuts-)

Eduard.
PS, Oda a Espanya - http://blocs.mesvilaweb.cat/node/view/12095
Catalunya - 1898.

www.HistoCat.cat